Nuestros apócrifos
Con motivo de la transcripción de Bakounine aparecida en el último número, los individuos de La Protesta lanzaron con toda desfachatez la especie de que quizás fuera apócrifa, como, dicen, es costumbre nuestra.
Al pie de la aludida transcripción, mencionábamos su procedencia: corresponde al trabajo de Bakounine. (L'Empire knoutogermanique), editada bajo la direccioón del viejo internacionalista James Guillaume.
Pero sin necesidad de recurrir a esa obra, aun no traducida, puede comprobarse la fidelidad de nuestra transcripción en el libro (Dios y el Estado), edición Sempere, en cuya página 15 se halla reproducido con las mismas palabras el último párrafo transcripto por nosotros.
¿De por qué los individuos de La Protesta, recurren á tales pillerías peara combatirnos? Las razones son muy claras. Las mismas por las cuales denigran todo el movimiento obrero ante los mismos, siembran la desconfianza en la organización sindical, niegan y combaten la lucha de clases, y proclaman que los anarquistas deben preocuparse de emancipar á los burgueses...
Obra muy policiaca y muy de sacristía; pero es la obra de los soi-disant anárquicos de La Protesta.
La revuelta agraria de Italia
Traición del reformismo socialista
Continuando nuestra crónica y comentario sobre el hermoso movimiento de los campesinos parmesandos, correspondería relatar hoy la face más áspera y culminante de aquella lucha con la huelga general declarada por los trabajadores industriales de Parma y otras localidades en solidaridad con los campesinos.
Pero la información telegráfica en que abundó la presnda burguesa, ha ilustrado á nuestros lectores sobre todos los episodios de dicho movimiento, que tan intensamente han denotado la audacia, la firmeza, la virtud revolucionaria de nuestros camaradas industriales de Italia.
Omitiendo pues, una crónica que seria una repetición, vamos a dirigir nuestro comentario sobre la actitud de los socialistas parlamentarios, que esta vez más evidentemente que nunca, han puesto de relieve el fondo conservador y antiproletario de sus preocupaciones teóricas y de su acción social.
En un principio de la huelga y hasta el instante de estallar el movimiento general, después de haber lanzado, sin éxito, sus policíaas y sus soldados contra los paisanos, les enviaba sus "predicadores de calma, sus gendarmes disfrazados de socialistas! Inútil tarea, sin embargo. Siguiendo en esto las instrucciones De Ambris, las huelguistas nombraron un nuevo comité de huegla á la cabeza del cual se encuentran sindicalistas probados, como nuestros amigos Faggi y Umberto Passella, de la Bolsa de Trabajo de Ferrara, y Alejandro de Giovanni.
Maquinación del engaño
Los reformistas extremaron su audacia. Anunciaron por todas partes que los paisanos les habían confiado la dirección de la huelga. Il Tempo, órgano socialista-reformista de Milán, dirigido por Turati, no vaciló en afirmar que los huelguistas habían tomado esta resolución por los consejos del propio De Ambris que les había inducido á pasarse á la otra orilla....
Así fue que hubo necesidad de una enérgica rectificación de De Ambris en Il Tempo y la aprobación por los huelguistas de una orden del dia a favor de la acción directa y sindicalismo revolucionario para cortar de raíz las indicadas informaciones engañosas.
Al mismo tiempo que trataban de asignarse la dirección de la huega, los reformistas de la Confederación cumplían de su lado una monstruosa traición contra los huelguistas.
Al tener lugar los primeros combates de Parma, el comité dirigió un llamado desesperado á todo el proletariado italiano, incitándolo á afirmar su estrecha solidaridad con los campesinos de Parma, declarando en todo el reino una huelga general de protesta contra la arbitrariedad gubernamental. ¡Desde que tuvo conocimiento de este manifiesto la Confederación del Trabajo, expidió á todas las Bolsas un despacho prohibiéndoles declarar la huelga sin tener la orden de su parte.
Esto significaba el aborto de la huelga. Bolonia, Spezia, Liorna, Ancona, cumplieron su deber; Placencia, Ferrara y otras ciudades se aprestaron á seguir su ejemplo cuando el gobierno capituló; pero en Roma los reformistas se opusieron á la huelga; en Milán, en Génova y en muchos otros sitios cumplieron el mismo triste papel de los amarillos y del los renegados.
He aquí dos veces ya que los reformistas se muestran en su aspecto verdadero y esto no ha contribuído á realizar su prestigio á los ojos de la clase obrera.
Asesions, pesquisas y canallas
Para tener una idea de su modo de obrar hay que considerar su actitud en Génova, donde el conflicto entre los revoluciónarios y los predicadores de calma al servicio de la burguesía, fue más violento que en las otras partes.
Los representantes de los sindicatos de Génova y de Sampierdarena, habiendo en un congreso decretado la huelga general se
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