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Nombre trascendiese? ¿Caerse de un aeroplano? ¿Es esto una novedad? ¿No se han caído otros años antes que él, con más éxito que el, para el recuerdo, puesto que se han roto la crisma?
Digamos con toda humildad que el general Justo tiene todavía que crecer mucho para que lo recuerde la historia. Su nombre, por el momento, puede quedarse quieto al lado del nombre de Alvear...
FINIS A LA REMEMBRUCIA
En la remembrucia, Cancela, más que filosofo: político, y más que político: diplomático, quiere congraciarse con el director de "La Nación", que se llama Jorge Mitre, y dice que Bartolomé Mitre (su abuelo) "era un procer cuya gloria, como las verdaderas glorias nacionales, supera toda clasificación posible y es a la vez civil y militar, literaria y científica, entrañablemente argentina y humanamente universal".
De este prócer, sin embargo, lo que más se recuerda es aquello que dijo otro prócer. Dijo que "era un gran militar entre los literatos y un gran literato entre los militares". Asimismo, se recuerda el juicio que dio otro prócer mas sobre su "Historia del General San Martín". Dijo que "era la historia de un zonzo escrita por otro zonzo".
Arturo Cancela, que escribió una novela titulada "El culto de los héroes", donde se burla de los próceres, imaginando uno que de afilador de tijeras llega a ser una "gloria entrañablemente argentina" que "supera toda clasificación posible", ahora nos sale con el cuento que nos cuanta todos los días "La Nación": que Bartolomé Mitre, padre o abuelo del director, era un coloso.
Es de advertir, también, que no se explica claramente que el autor de "Una semana de jolgorio", después de hacer una pintura magistral de los militares y anexos: soldados del escuadrón, bomberos, vigilantes, termine haciendo la apología del militarismo.
La falta de consecuencia consigo mismo era, sin duda, lo primero que repudiaba Sócrates, quien advertía siempre a sus discípulos eso que Cancela cita para los estudiantes, y que nosotros vamos a citar para él: "conócete a ti mismo".
AUTOPSIA DEL DISCURSO POSTUMO
Aunque el articulo al cual nos venimos refiriendo fue publicado hace ya algén tiempo, lo comentamos tardíamente, porque recién se nos presenta la oportunidad de verificarlo. Llamamos "póstumo" al discurso, porque Cancela con esa pieza, moralmente, se suicidó.
Nosotros no le vamos a dar a esta contestación el carácter de una vindicta literaria, en el sentido de devolver columna por columna una replica de nueve columnas y media. Eso no. No queremos matar a Cancela de una replica. Tampoco no agrada aburrir a nadie. Vamos a contestar en pocas la nuestras. Digamos de golpe que Arturo Cancela allí le hace el caldo gordo al militarismo. Y empieza, claro está, dedicando sus palabras socráticas, no a otro filosofo, sino a un general. Aunque Cancela no predica la guerra, conviene, sin embargo, que la guerra es necesaria, y, por donde, el mantenimiento del ejercito y el consabido respeto por las fuerzas armadas del país. Generalmente, el articulista llega a conclusiones más o menos exactas. Pero falla siempre en las consecuencias. Porque se ha dicho que al mundo le cuesta vivir en paz, deduce que hay que vivir en guerra. O porque se ha dicho que a una republica la resulta difícil desenvolverse dentro de la libertad re-
Name should be transcendent? Did he crash an airplane? Is this a novelty? Haven't others fallen years before him, more apt than him to be memorialized, since they have lost their heads?
We say with all humility that General Justo still has to grow a lot to be remembered by history. His name, for the moment, can remain quietly next to the name of Alvear...
AN END TO THE REMEMBRANCE
In his remembrance, Cancela, more than philosopher: politician, and more than politician: diplomat, wants to integrate with the manager of "The Nation", who name is Jorge Mitre, and he says that Bartolome Mitre (his grandfather) "was a national hero whose glory, like all true national glories, exceeds all possible classification and is at the same time civilly and militarily, literarily and scientifically, inextricable to Argentina and universally humane".
However, that which is most remembered about this national hero is what was said about him by another national hero. This man said, "he was a great soldier amongst men of letters, and a great man of letters amongst soldiers". Likewise, we have the opinion given by another national hero as he remembers Mitre's "History of General San Martin". He said "it was the history of an idiot written by another idiot".
Arturo Cancela, who wrote a novel titled "The Cult of Heroes", where he makes fun of national heroes, imagining one with a scissor sharpener who becomes a "pleasant Argentinean glory" that "exceeds all classification possible", has given us the tale that "The Nation" tells us every day: that Bartolome Mitre, father or grandfather of the manager, was a giant.
We are warning, again, that it isn't clearly explained why the author of "A Week of Revelry", after painting a masterpiece of soldiers and other combatants: soldiers in a squadron, bombardiers, guards, would end up making the apology for militarism.
The lack of consistency with oneself was, without a doubt, the first thing that Socrates repudiated, who always advised to his disciples that which Cancela cites for the students, and that which we are going to cite for him: "know thyself".
AUTOPSY OF THE POSTHUMOUS SPEECH
Although the article to which we have been referring was published some time ago now, we comment on it tardily because recently the opportunity has presented itself to verify the speech. We call the speech "posthumous" because Cancela, with this piece, morally committed suicide.
We are not going to give answer to the character of a vindicated person of letters, in the sense of going back column-by-column to argue with nine and a half columns. That we won't do. We don't want to kill Cancela with an argument. Nor do we want to bore anyone. We are going to contest in short those arguments of ours. We speak of coup so that Arturo Cancela will make a fat soup out of militarism. And he begins, it is clear, dedicating his Socratic words not to another philosopher but rather to a general. Although Cancela does not preach war, he agrees nonetheless that it is necessary through the maintenance of the army and the habitual respect for the armed forces of the country. Generally, the columnist arrives at conclusions more or less exact. But he always fails in the conclusions. Because he says that the world struggles to live in peace, he deduces that we must live in war. Or because he says that for a republic the difficultly to get by under liberty
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